lunes, 17 de diciembre de 2012

P.


-¿En qué piensas?
-En qué piens... ¿Por qué siempre me preguntas lo mismo? Pienso... cosas. 
-¿Qué cosas? Es que a veces te quedas como... ausente. A veces no sé ni siquiera si me estás escuchando o no.
-Sí que te escucho.
-Estás evitando mi pregunta. ¿En qué cosas piensas?
-Pues... nada, líos.
-¿Líos?
-Problemas. Pero sin mucha importancia.
-¿Qué problemas puede tener una chica de diecisiete años?
-Pues... muchos, listo, ¿tú que sabrás si los tengo o no?
-¿Te das cuenta de cómo te complicas la vida? Te sientas en el tren, con cara de circunstancias. pensando en tus "problemas" que probablemente dentro de unos días, o meses, lo que sea, ni recordarás... La vida es algo más que problemas. Es muy corta, ¿sabes? Mira, si ahora corto una margarita, no verás mucho más que una flor, pero es una vida a la que acabo de poner fin. La nuestra es igual de corta o más que la de esta margarita. No la empañes con tus "problemas" porque si no se te irá sólo en eso, en poner solución a situaciones que, tal vez si no las dieras más importancia de la que tienen, serían insignificantes. Si vas por la vida pensando que los problemas no son problemas, todo será mucho más sencillo, más fluido. Es lo que hago yo, y aunque no me va de puta madre, tampoco me va mal. Y eso me vale. 





jueves, 25 de octubre de 2012

Dark Paradise

"No one compares to you, but there's no you except in my dreams tonight..."


Hoy he vuelto a tener uno de esos días en los que todo me recuerda a él. No puedo creer que siga con esa historia que prometí enterrar en cuando me mudara de ciudad otra vez. Es jodidamente patético, pero supongo que también inevitable. Yo sabía perfectamente a lo que me exponía. Lo supe desde el primer día que le vi. El hecho de que le sirviera media hora para atraparme por completo no hace más que intensificar la sensación de debilidad que ahora parece ser mi nueva mejor amiga. Qué triste es mi vida. 
Dije que hoy todo me ha recordado a él. Empezando por un personaje de un libro, siguiendo por una canción nueva, continuando con un Chupa-Chups de Coca-Cola, y terminando por un billete de tren con una anotación que encontré en un bolsillo. Al parecer, el destino, ese en el que él confiaba tanto, se ríe de mí en alguna parte. Y yo que había empezado a creer en el caprichoso sino también, ya que era él que me guiaba casi todos los días hacia donde se encontraba una de mis mayores razones para levantarme por las mañanas. Un motivo de felicidad personificado, con el pelo alborotado y una sonrisa capaz de hacerme reír incluso aunque se hubiera acabado el mundo. Incluso ahora que hace meses que no tengo su cara de suficiencia haciendo miles de preguntas como solía hacer, recuerdo esa sonrisa como si acabara de despedirme de ella. Y no, no me parece que sea sano. 
En realidad pensé que me olvidaría fácilmente, estando tan dotada como estoy para distraerme con cualquier cosa. Ni siquiera se me ocurrió que ya había pensado eso en otra ocasión, y que aprendí que olvidar no es tan sencillo como lo pintan las películas de Hollywood.  
Que no puedo abrir una ventana y esperar a que el viento se lleve los recuerdos que no quiero mantener más en mi memoria. Supongo que me toca vivir con ello. 
A veces pienso en lo cómodo y fluido que sería todo con la ausencia de sensaciones. Sobre todo de la más destructiva de todas. Pero sólo se me pasa por la cabeza en momentos desesperados, porque sé de sobra que yo sería incapaz de vivir sin amor. Es parte de todos nosotros, como el odio, la alegría o la tristeza. 
A pesar de que sería maravilloso no tener que sufrir, prefiero mil veces eso a renunciar a los sentimientos que provoca que la persona indicada te acaricie, te sonría o simplemente camine a tu lado sin decir nada. 
El amor parece tener dos caras. La dorada, ésa en la que todo es perfecto, en la que parece que el dolor que pueda causar un simple golpe se mitigue, en la que las horas parecen pasar más lentas antes de encontrarte con esa persona, y que pasen volando cuando estás con él; y la negra, la que te hace desear correr hacia donde no te oiga nadie para poder llorar y gritar que echas de menos al que solía ser tu razón para ser feliz, la que hace que tus días pasen dolorosamente lentos, la que te pone un montón de recordatorios en tu camino para recordarte que eres estúpida por atreverte a querer. 
De ambas caras yo me quedo con las dos. 

jueves, 16 de agosto de 2012

So much more to say, so much to be done...

"A thousand times I've seen you standing, gravity like lunar landing, you make me want to run 'till I find you" 

Tenía razón al pensar que la toma de decisiones importantes acabaría con una persona afectada. Conmigo, claro. La verdad es que sabía perfectamente a qué me exponía al acercarme a ti. Pero estar contigo me hacía sentir tan bien que simplemente cerré los ojos a la posibilidad de que tú no sintieras lo mismo, a que el destino, ese ente caprichoso en el que tanto confías, no nos pusiera en el mismo camino una vez más, o a que simplemente salieras de mi vida, justo como acabo de hacer yo de la tuya. Y sin poder despedirme siquiera. 
Es curioso cómo apareciste sin más, cuando me había prometido que el cambio de ciudad implicaría un cambio sentimental, ya me había desecho de un lastre y no tenía la más mínima intención de cargar con otro, pero claro, apareció tu puñetera sonrisa perfecta en aquel tren y no hizo falta mucho más. Recuerdo cada detalle de aquella media hora, en la que te pasaste lanzando miradas y sonrisas. Solo necesitaste eso, media hora. Treinta estúpidos minutos y ya te pertenecía por completo. Qué débil por mi parte. 
Creo que no fuiste completamente consciente de lo mucho que deseaba verte, tanto que me pasaba los fines de semana rezando para que fuera lunes. Y cuando aparecías con tu carita de niño y tus confusas preguntas sólo me quedaba luchar contra el segundero del reloj y volver a rezar para que al día siguiente pudiera seguir respondiendo con tartamudeos a tus cuestiones sobre cualquier tontería. Me sorprendió bastante la de veces que me quedaba pensativa por esas mismas cuestiones. Me hiciste plantearme un montón de cosas que antes no había ni pensado. Planteamientos que siempre me interrumpías con un: "¿En qué piensas?" y te frustrabas cada vez que te contestaba que en mis cosas. Intentaste entrar en un ser impenetrable. 
Y ahora sé que lo conseguiste. Lo sé porque cada vez que me como una gominola me acuerdo de tu pasión por los dulces, y lo frenético que te ponías cuando tomabas demasiados. Lo sé porque cada vez que alguien me pide uno de mis chupa-chups de Coca-Cola me acuerdo de las veces que me los quitabas. Lo sé porque cada vez que oigo un skate, me vuelvo a mirar, aunque sé que en esta ciudad no puedes ser tú. Lo sé porque cada vez que conozco a un chico nuevo me doy cuenta de que ninguno tiene tu sonrisa, ni tus ojos, ni tu pelo, ni tu forma de expresarte, ni tu manera de ver el mundo. Lo sé porque ninguno de ellos conseguirá quitarme la respiración como tu hiciste aquella vez que me acariciaste la mejilla y me miraste casi sin pestañear durante varios minutos...
También sé que no vas a leer esto jamás, que me he ido y que lo más probable es que no vuelva a verte, que me arrepentiré toda mi vida de no haberte dicho todo lo que sentía hace tiempo. Pero si lo escribo es porque tengo la esperanza de que, tal vez eso que me dijiste: "Estoy seguro de que volveremos a vernos, te lo prometo" se cumpla. 
A ver si es verdad que se puede uno fiar de ese destino en el que tu tanto confías. 


domingo, 12 de agosto de 2012

It's time to let it go...

"Is this a sign from heaven showing me the light? Was this supposed to happen'? I'm better off without you, so you can leave tonight. 
And don't you dare come back and try to make things right, 'cause I'll be ready for a fight"



La goma que decora el bolígrafo que mordisquea ya está completamente destrozada. Lleva completamente estancada delante de la pantalla del ordenador al menos media hora. La canción "Details in the Fabric", da Jason Mraz y James Morrison lleva sonando en bucle todo ese tiempo, aunque la verdad es que se ha dado cuenta hace un minuto, cuando se ha puesto a escribir. Y en realidad, aún no tiene ni idea de qué narices escribir, porque tiene mil y una ideas en la cabeza, todas enredadas. Últimamente le han pasado muchas cosas, más malas que buenas, y se encuentra en uno de esos momentos en lo que hay que tomar decisiones, y haga lo que haga habrá alguien o algo que saldrá herido. Y ella misma la que más. 

En realidad no es la primera vez que se encuentra en una situación parecida. La verdad es que hacía mucho tiempo que sabía que éste día iba a llegar, el día en el que tendría que decidir si apartar de su vida a ciertas personas que, por muchos lazos afectivos que compartieran, eran altamente tóxicas y le estaban haciendo más mal que otra cosa. Ella siempre lo supo, pero también tuvo siempre la esperanza de que las personas pueden cambiar, y que al final, los vínculos serían más fuertes que la envidia o el rencor. 
Se equivocó, como siempre. 
La aconsejaron mil veces, intentaron hacerle ver las cosas como eran. "No te fíes ni de tu familia", era la frase que más veces oía, desde pequeña. Pero cerró los ojos, concedió una segunda oportunidad, una tercera, una cuarta... Al final se quedaba sin oportunidades y con un sentimiento de rencor que crecía a cada traición. 
Pero ahora ya no es una niña pequeña e ingenua. Aún no sabe lo que quiere, pero sí que sabe lo que no, y no quiere a nadie que pueda hacerle daño a su alrededor, bastantes líos tiene en su cabeza. Así que ha llegado el momento que había estado posponiendo durante años. Empezará una nueva etapa, sin esas personas que se dedican a joder la vida a los demás. 
Aunque le duela, sabe que es mejor para ella, y de todos modos, ella es Iron Man. No hay muchas cosas que puedan hacerle mella. 

lunes, 9 de julio de 2012

Blue and brown.

"La vida no es una canción, querida. Algún día lo descubrirás, y será doloroso"
                                                                                                           -Game of Thrones.

Hay ocasiones en las que las personas defendemos una opinión con todas nuestras fuerzas, con testarudez, con determinación. Hay veces que tenemos una cosa tan clara que ni siquiera se nos pasa por la cabeza pensar y/o actuar de una manera diferente. 
Pero, ¿y si, de repente, una situación cualquiera le da completamente la vuelta a esos ideales que teníamos? ¿Y si, por aquello que llaman destino, o simplemente por una estúpida casualidad para los más escépticos, aparece algo o alguien que nos hace ver que estábamos equivocados? 
Juré mil y una veces, tal vez incluso más, que no volvería a caer en ese sueño intangible y voluble al que llaman amor. Me convencí de que no necesitaba otro cariño que el de mis amigos y el de mi familia. Me lo repetí tantas veces y de tal manera que casi acabé por creérmelo. Durante un tiempo funcionó. Un cambio de ciudad también tuvo la culpa de que la sombra que llevaba persiguiéndome durante dos años se disipara, al menos un poco. Ojos que no ven, corazón que no siente, aunque en realidad, su imagen estaba tan grabada a fuego en mi memoria que tal vez este refrán no sea del todo válido. La cuestión es que durante un tiempo conseguí engañarme y, feliz, pensar que ya lo había olvidado. 
Como si fuera tan sencillo. 
Seguí con mi vida, día tras día, medianamente feliz aunque sin ningún motivo especial por el que levantarme por las mañanas. Atrás quedaron aquellos lunes en los que me despertaba con las ganas de viernes sólo para poder ver a esa persona que en esos momentos era sólo un recuerdo más en el baúl. 
Y los lunes siguieron pasando, uno tras otro, aunque fue un miércoles el día en que, tonta de mí, descubrí que no tenía por qué seguir viviendo a base de concentrados de fantasmas. Dejé de un lado los recuerdos para centrarme en algo aún menos palpable: las ilusiones presentes. Y sí, encontré un motivo por el cual vestirme y salir por la puerta cada mañana, pero, las semanas volaron y llegó el verano, que me arrebató la ilusión más rápido que el viento que se lleva una hoja. 
Y una vez más, subsisto a base de recuerdos. Recuerdos que nunca volveré a disfrutar, a no ser que otra vez el destino, o esa jodida casualidad que me hizo, primero matricularme en aquella escuela de música, y después escoger ese tren aquel miércoles, se divierta conmigo de nuevo y me plante otra falsa esperanza en mi camino. 
Para arrebatármela cuando crea que tuve suficiente. Porque hay personas que no están hechas para tener una vida sencilla. Y, como desgraciadamente, entro dentro de ese lote, ese muro que construí a mi alrededor, impermeabilizado para que todo resbale y cubierto de clavos para que nadie pueda escalarlo, permanecerá ahí, impenetrable. 
Porque, sinceramente, y por extraño que pueda parecer viniendo de una "niña" de diecisiete años, creo que ya he cubierto el cupo de problemas que tenía asignado para, al menos, diez años más. 

lunes, 11 de junio de 2012

Fear.

15:18. Lunes. Una taza de té que ya está fría descansa en el escritorio. No sabe ni para qué la ha hecho, porque está tan intranquila que apenas puede dar un par de sorbos. Tiene puesta la música que normalmente la tranquiliza, pero ni con esas consigue calmarse. Ni siquiera se da cuenta hasta bien tarde que tiene la misma canción en modo repetición, y sigue sonando una y otra vez. 
Afuera llueve, y hace frío, pero no más que el que siente dentro. Rememorando cada segundo que pasó en el tren, en compañía de alguien que, sin querer, se ha colado en su mente y no la deja en paz. 
Resulta curioso que haya aparecido justo ahora que se prometió a sí misma que después de dos años pasándolo mal por una persona, no iba a volver a caer en el mismo agujero. 
Pero se ha dado cuenta de que no se ha tropezado con la misma piedra. No es algo que haya experimentado antes. Al lado de lo que siente ahora, lo anterior no es más que una nimiedad. Lo cual no pone las cosas más sencillas, precisamente. 
Ahora los días se le pasan demasiado lento pensando cuándo puede volver a verle, pensando qué la próxima vez le dirá lo que piensa. Sólo quiere quitarse esa carga de encima, volver a la rutina que, aunque aburrida, por lo menos es algo que conoce y que sabe que a corto plazo no hace daño. 
Pero esas "próxima vez" llegan, una tras otra y no es capaz de sacar el tema siquiera. Y, cuando él desaparece por la puerta, se siente estúpida. Que es lo que es, claro.
Estúpida por no ir a clase. Estúpida por haberle seguido el jueguecito de las miradas aquel día. Estúpida por acercarse a preguntar su nombre. Estúpida por hablar con él. Más estúpida aún por seguir haciéndolo aunque sabe que se está pillando de quien no debe. 
Pero en el fondo, muy en el fondo, sabe que no debería culparse. Que estas cosas pasan. Que ella no lo vio venir, que no puede hacer nada.
Sin embargo, está ahí. Y no es precisamente agradable la sensación de que no es lo suficientemente perfecta para él. De que hay un montón de chicas mil veces superiores que podrían hacerle mil veces más feliz de lo que ella puede. La sensación de pusilanimidad que se acrecienta cuando está a su lado. La sensación de ser consciente que él no se va a conformar con alguien como ella. 
Uno de sus principios es que, antes de dar algo por perdido, hay que intentar conseguirlo, pero esta vez no está del todo segura.
Aunque tampoco va a romper ese principio. 

sábado, 19 de mayo de 2012

I have to find just where you are

"Gravity like lunar landing,
makes me want to run 'till I find you"

Espera sentada en la estación a que llegue el tren. Faltan al menos diez minutos. La revista que está leyendo se le antoja aburrida, aún así, sigue leyendo, por tener algo con lo que entretenerse. Tiene puestos los cascos blancos y enormes de su hermano. No le gustan, pero los suyos se rompieron y con tal de poder escuchar música llevaría cualquier cosa.
Es un miércoles cualquiera, y se ha saltado las dos últimas horas de clase. No soporta estar ahí sentada haciendo como si le importara lo que el profesor dice. Aunque ese día sólo tiene una hora de estudio y un teatro, no le apetece mucho ir.
Ya sólo quedan cinco minutos para que llegue el tren. Hay un montón de gente esperando a su alrededor. Por encima del vocalista de Seether, escucha un sonido familiar. Un skate. Se pregunta quién narices se pondría a patinar en una estación de tren llena de viejas que lo más seguro es que te insulten si las molestas. Se gira, es un chaval de melena rizada y castaña, con la piel algo morena. La está mirando, pero ella no le hace mucho caso y vuelve a su revista. El chaval viene y va con el skate. Ella sube la música.
El skater desconocido se pone al lado suyo y la vuelve a mirar. El tren ya llegó. Se sube, y se sienta en el primer asiento que pilla. Dos señoras ocupan los otros asientos. Enfrente suyo, en diagonal, se sienta otra, poniendo todas sus cosas en el asiento de al lado. Entonces el skater vuelve a entrar en escena. Ella se fija algo más en el. Es guapo.
El chaval le pregunta a la señora si puede quitar las cosas para poder sentarse él. Raro, porque los dos asientos que están enfrente de la señora están libres. De todos modos consigue que la señora aparte sus cosas y se sienta. Vuelve a mirarla. A ella no le gusta que la miren, así que aparta la mirada, roja como un tomate. Sin embargo, nota un par de ojos encima suyo y levanta la vista. En efecto, está mirando.
No sólo eso, sonríe. A ella se le escapa una sonrisa, también. Entonces se da cuenta, y vuelve a ponerse seria con el libro que ha sacado. No ha venido a Oviedo a ligar, ni mucho menos. Es más, en verano regresará a casa con su padre, a Cantabria, y para un mes que queda no merece la pena molestarse en ese sentido.
Aunque no puede evitar volver a mirar al chaval que sigue con su jueguecito de sonrisas. La señora que está delante suyo se mueve hacia delante y lo tapa, pero él se mueve también, como buscando la sonrisa de ella. Y la obtiene. Nota que el corazón le va un poco más deprisa y que le sudan las manos. Está nerviosa. Para no mirarle directamente, se vuelve al reflejo que él proyecta en la ventana del tren, pero él la pilla y se ríe. Mejor dicho, "se ríen".
Así todo el trayecto, hasta que él se levanta de repente, coge su skate y se pone en la puerta. La mira, con cara de... ¿pena? Ella sí siente algo de pena. Se abren las puertas y él le dedica un saludo con la mano y una media sonrisa, pero más apagada que las demás. Sale, y el tren se vuelve a poner en marcha.
Mientras llega a su casa, ella piensa. ¿Qué acaba de pasar? Si mira enfrente, aún puede ver al chaval reírse, aunque hace dos paradas que se bajó. Sensaciones extrañas. Son las que más odia.
Al día siguiente, vuelve a coger el mismo tren y, en el fondo, desea volver a ver al chico del día anterior, aunque es muy poco probable. Y, en efecto, no aparece.
"Maldita idiota", piensa, "¿En qué narices pensabas? Da igual que quieras verle, esto no es una película y tú no eres Rachel McAdams. Olvídalo"
Viernes. Ha tenido una mañana de mierda, así que se salta las dos últimas clases, avisando a su madre antes. No tiene ninguna clase importante, no es una gran pérdida. Espera mientras relee la segunda parte de Los Juegos del Hambre. Tiene que comprarse el tercer libro cuanto antes. Faltan diez minutos y ya hay bastante gente. Levanta la vista hacia el otro lado del andén un segundo y... ahí estaba.
El skater del miércoles subía las escaleras, hacia el andén donde estaba ella. Llega el tren y se sienta enfrente, como el miércoles. Se miran de vez en cuando, aunque no hay sonrisas. Él saca una libreta y, mientras apunta algo, levanta la vista. Ella hace exactamente lo mismo, pero desde un juego del móvil. Están llegando a la parada en la que él se baja. El pulso de ella va cada vez más deprisa, porque está decidida a no dejarle marchar como la otra vez.
Se abren las puertas y, cuando el chaval baja, ella se levanta, como impulsada por alguna fuerza extraña y corre hacia la puerta.
-¡Espera! -le grita desde la puerta. Se puede cerrar en cualquier momento.
Él se da por aludido, y, sonriendo, se gira y se acerca.
-¿Qué? -pregunta con esa sonrisa. No se había fijado en ella demasiado, pero más de cerca le da un aspecto de niño pequeño.
-¿Cómo te llamas? -pregunta ella. No sabe cómo le salen las palabras, sólo que tiene el tiempo justo.
-Pelayo, ¿y tú? -sigue sonriendo.
"Deja de sonreír de esa forma, maldito idiota", piensa ella, pero dice:
-Erika.
De repente se cierra la puerta. Su sonrisa no se ha borrado aún y hace un gesto con la mano que significa "más tarde". Ella lo interpreta como "ya nos veremos". Aún no se cree lo que acaba de hacer, aunque tampoco se arrepiente.
No sabe que le dirá cuando le vuelva a ver. Pero está segura de que lo hará.
El tren se vuelve a poner en marcha y ella se sienta. Sonriendo, claro.

jueves, 3 de mayo de 2012

Frozen

"¿De cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de él que continúe latiendo?"


Una caja de música antigua. Pequeña, adornada con miles de colores, antaño resplandecientes,  y una manivela medio oxidada. Olvidada entre otros trastos inservibles en algún desván. Es realmente bonita, pero el polvo que la cubre le resta parte de esa belleza, y así, pasa desapercibida entre las antigüedades que la rodean. 
La caja contiene una pequeña y frágil bailarina, vestida con un hermoso traje de color dorado, aunque ahora está descolorido y algo roto. Inmóvil y sonriente, la bailarina aguarda, congelada con esa expresión eternamente bella. Cualquiera diría que es feliz. 
Sin embargo, sus sentimientos distan bastante de lo que entendemos por felicidad. Lleva demasiado tiempo encerrada, y su mente, antes ociosa, no hace otra cosa que recrear tiempos felices las veinticuatro horas del día que, lentamente, se convierten en semanas que se tornan, a su vez, en meses. Incluso puede que sean ya años. Harto largo para quien vive en soledad. Esos recuerdos de tiempos felices la distraen un poco, aunque no es capaz de rememorar ni la mitad de la felicidad que solía sentir.
Ahora, rota, yace en el fondo de la caja, a la espera de que alguien la abra, a que alguien le devuelva un trozo de lo que antes era su vida. Sueña con ese día, pero cada vez se frustra más. Poco a poco pierde la fe, y tampoco tiene claro si, el día que alguien ilumine la oscuridad en la que se encuentra, será capaz de apreciar el calor de la luz. 
Abrazada a sí misma, se encoge, asustada ante ese nuevo temor... ¿Y si, el día que, por fin, la caja se abra y empiece la música, su cuerpo no responde? ¿Y si ha pasado tanto tiempo en el mismo estado de soledad y abandono que ya no es capaz de recordar cómo se siente? ¿Y si ya no puede arrancar la admiración de aquellos que se quedaban a observar su eterno baile? 
Preguntas que no hacen más que avivar el temor. De repente, ya no anhela la libertad. 
Ya no quiere sentir la brisa al dar vueltas sobre sus pies. Ya no quiere notar la luz sobre su piel. Ya no quiere que el sol provoque en su corona de brillantes miles de destellos dorados. 
Al fin y al cabo, lo más seguro sea que la pesadilla se repita y, cuando se cansen de su hermosa danza, y de su canción, la devuelvan a la caja oscura. 
No quiere volver a pasar por ahí, y, aunque cada día suspira por algo de atención, prefiere no ilusionarse que hacerlo y caer de nuevo. Permanecerá inmóvil, intentando recordar aquellas bellas sensaciones que solían construir su día a día, recuerdos que cada minuto se hacen más vagos, hasta que, un día, desaparezcan por completo. Dejándola sola. Pero ella ya lo ha aceptado. Siempre será mejor vivir así que volver a ser herida. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

Ironman

"You can take everything I have, you can break everything I am 
Like I'm made of glass, like I'm made of paper. 
Go on and try to tear me down, I will be rising from the ground 
Like a skyscraper..." 


El otro día me preguntaron si me conocía bien. No me sorprendió mucho no conocer la respuesta, sé de sobra que no estoy segura de si me conozco bien o no. Tengo un par de cosas claras sobre mí misma, pero también sé que muchas de las veces que pienso que voy a actuar de una manera, acabo haciendo una cosa completamente diferente. 
No es que sea muy fan de esta manera ("mi manera") de actuar, aunque no voy a negar que algunas de las veces que me sorprendo actuando de algún modo que nunca pensé que actuaría son las veces que le dan algo de acción a la vida. Pienso que si supiera siempre por dónde voy a salir o entrar, sería todo demasiado monótono y aburrido. 
La pregunta me hizo plantearme cuántas cosas sé sobre mí. Se me ocurrió escribirlo, para no variar. 
Soy una persona llena de defectos, manías, una cantidad considerable de sensiblería que siempre estoy intentando ocultar, alguna que otra virtud y (según lo que he oído) algo de talento para ciertas cosas. 
Para empezar bien el día necesito un zumo de naranja, suelo tener "crisis de armario" todas las dichosas mañanas, nunca me olvido del móvil al salir de casa, y la mayor parte del día me la paso en mi mundo particular, sobre todo cuando me pongo los cascos (que suele ser el 75% del día). 
No tengo un estilo muy definido al vestir. Un día puedo aparecer con sudadera y Vans y al otro con un vestido de flores y unas cuñas. No concibo salir un sábado sin tacones, aunque odio llevarlos entre semana. Tampoco me gusta recogerme el pelo, y, aunque me lo han propuesto varias veces, no me molaría llevar lentillas. Soy feliz con mis RayBan de pasta. 
No soy hija única, y, aunque muchas veces mis padres pensaron que tenía envidia de mis hermanas pequeñas, no es ni de lejos la verdad. No soy una persona envidiosa. Creo que cada persona tiene sus buenas cualidades, y por mucho que desees tocar la guitarra como Jimi Hendrix, si no tienes talento tendrás que conformarte con lo que tienes. 
Y, hablando de música, ese es un terreno en el que varios se meten para criticarme un rato. Y es una de las cosas que más odio. ¿Quién de ellos se cree alguien para decirme que no puedo tener Nirvana y Foster the People en una misma lista de reproducción? 
Puedo tener los grupos y cantantes que quiera, sean lo dispares que sean, como si me apetece cantar a grito pelado las canciones de Miley Cyrus y luego relajarme con 3 Doors Down. No creo que le haga mal a nadie, ¿o sí? 
Algunas de las personas que he conocido últimamente me creen una persona reservada, poco cariñosa y con algo de mal carácter. Excepto la última afirmación, lo demás se aleja bastante de la realidad. 
Soy una de las personas mas mimosas, cariñosas y que más necesitan de los demás para ser felices del mundo. También soy bastante abierta, cuando conozco a alguien no suelo fijarme en si será o no buena persona, me limito a darle un voto de confianza y ya está. 
Aunque esos dos aspectos de mi carácter son tan buenos como traicioneros. Poco a poco una se va dando cuenta de que no se puede ir por la vida encerrada en el mundo de la piruleta, y los continuos golpes me han hecho entender que lo mejor es encerrarse dentro de una armadura, y ser como eres en realidad con las personas que de verdad están ahí y valen la pena. Esto puede que luego se vuelva contra mí, como todo, impidiéndome conocer personas increíbles, sobre todo cuando tienes claro que no quieres estar toda tu vida solo, pero dicen que más vale malo conocido que bueno por conocer. 

Aunque parezca que a mis 16 años he tenido una vida de adolescente normal y corriente no es del todo cierto. Tampoco voy a rememorar los momentos difíciles de mi vida, pero sí afirmar que, si me dieran la oportunidad de empezar de cero con una vida normal, la rechazaría al instante. Ya he dicho antes que mi forma de ser no me apasiona debido a algunos aspectos, pero es a lo que he llegado después de superar obstáculos. Y creo que, si recuerdo la magnitud de esos obstáculos y me miro al espejo, creo que no lo he hecho tan mal, y no me arrepiento ni de mis errores ni de mis caídas. Supongo que voy a seguir actuando de esta manera imprevisible hasta que ocurra algo que me convenza de que hay otra camino mejor, aunque no estoy muy segura de que eso ocurra. 
Sé que aún me quedan demasiadas cosas por vivir, y que, aunque no conozca del todo a la persona que soy, que es con la que voy a tener que lidiar el resto de mi vida, sé que es una persona fuerte, y que, aunque haya cosas que se le escapan de las manos, podrá volver a poner las cosas en su sitio. Como siempre. Para eso es IronMan. 

martes, 24 de abril de 2012

Am I to blame?

"Everyones got a place to be, but there's no room for me"


Es increíble la fuerza que tiene el tiempo. Te hace cambiar, crecer (o retroceder), te hace pasar por buenos y malos momentos, te hace recordar y olvidar... Son muchas las cosas que te pueden pasar en un simple día. Veinticuatro horas son suficientes para convertirte en la persona más feliz sobre la faz de la Tierra o, por el contrario, para que tu vida entera se desmorone. 
A veces, cuando nos pasan cosas buenas o malas, no nos paramos a pensar qué las ha ocasionado, simplemente nos sentamos a disfrutar si es satisfactorio, o nos lamentamos si es un desastre. Somos así de limitados. 
Me gustaría decir que no he pasado por cambios drásticos a lo largo de mi (corta) vida. Pero no puedo. Jé. 
Últimamente recuerdo bastante uno de ellos, aunque ahora mismo no venga a cuento. Me da vergüenza admitirlo, pero la verdad es que los sentimientos que vienen desde hace poco con dolorosa claridad son esos que tenemos las personas cuando nos enamoramos. Tiene narices que sea precisamente ahora, justo cuando estoy en un proceso de cambio. El corazón es egoísta. 
Si fuera para mirar hacia atrás y pensar lo bonito que era, incluyendo los buenos momentos y las lágrimas, diría que no es tan malo. Pero resulta que esos sentimientos han venido a atormentarme con una lacerante sensación de vacío y añoranza. 
Me fastidia bastante el echo que haya confundido "echar de menos a una persona" con "echar de menos lo que esa persona te ofrecía". Son conceptos distintos, pero qué queréis, soy de letras, y nosotros somos más retrasados. 
En fin. Resulta que hoy más que nunca, acabando la letra de una de mis canciones, me he dado cuenta de que las tres últimas iban del mismo tema. Las repasé tres veces cada una por lo menos, aunque no cambié nada. Al parecer, mi subconsciente está contradiciendo uno de mis principios más elementales: no necesito de nadie para ser feliz. 
Vaya, en algunos aspectos habré cambiado, pero resulta que no puedo dejar de mentirme a mi misma. Por supuesto que si necesito de los demás para ser feliz. Dios, si dependo hasta de un estúpido peluche para dormir bien. 
Aunque últimamente no dejo de pensar si volveré a sentir aquello que sentí hace algún tiempo. No tenía intención de buscarlo, ni la tengo ahora, al menos no del todo, pero supongo que hay demasiadas personas en mi entorno que ya tiene a ese alguien, y eso, aunque no me hace sentir inferior, me hace pensar si será un fallo mío, el no tener a nadie que de verdad me comprenda. Ese miedo que siempre he tenido a estar sola ahora duele más que nunca. Pero supongo que, como todo lo que he tenido que pasar, lo superaré. Mi abuela suele decir que las dificultades que nos encontramos en el camino nos hacen crecer, y, aunque no me sienta la persona más madura del mundo, si sigo aquí es porque algo fuerte soy, ¿no?






martes, 20 de marzo de 2012

Regrets

"The world we knew won't come back, 
the time we've lost can't get back,
the life we had won't be ours again"
                                             -Three Days Grace. 


Si cuento las veces que alguien me ha dicho últimamente la frase "Del año pasado a hoy, has cambiado muchísimo", probablemente saldrían unas mil personas. Mil veces. Las mismas de las que he pasado olímpicamente. No suelo tomarme ese tipo de cosas muy en serio. 
Por que, desde mi punto de vista, es tan ridículamente obvio que es hasta de gilipollas decir cosas así. Claro que he cambiado. 
Ahora soy más alta, tengo el pelo más largo, mi forma de vestir es diferente, mi círculo de amigos ha aumentado... Tal vez ahora haga cosas que antes no hacía, por ejemplo, el puñetero vicio de fumar (que dejaré en cuanto me sea posible, I promise), y sí, hay sábados en los que "me lo paso mejor" comparados con las primeras veces que salía, pero eso no significa nada, ¿no?
Bueno. La verdad es que sí significa. Hoy, que ha sido un día de reflexiones varias, me he dado cuenta de que, tal vez, ese intento de madurez mío, no es más que simple estupidez. Hoy, he dado un repaso a mi álbum de fotos mental, y, sinceramente, me apetece quemar la mayoría de las imágenes. 
He cometido más errores este año que en toda mi vida junta, todo por ser más impulsiva de lo que ya soy, por que, desgraciadamente, la impulsividad me viene de serie. 
Que sí, que he tenidos buenos ratos, pero a veces a costa de joderme a mí misma. ¿Daños colaterales? Ahora no estoy tan segura. 
Ha habido veces en las que me he dicho que el camino que estoy siguiendo no es del todo correcto, que voy a cambiar, que voy a sentar la cabeza y dedicarme a hacer cosas más productivas, como estudiar más, por poner un ejemplo. 
Pero no ha sido hasta hoy, el día en que me he dado cuenta de que las últimas hostias (metafóricas) que me he dado, han sido demasiado, y no sólo para mí, por que cada vez que me caigo, hay alguien para levantarme. Personas que no tiene por qué hacerlo, y aún así, ahí están siempre. 
Creo que he llegado a un punto en el cual la palabra "madurez" tiene que tomar un significado diferente al que le he dado hasta hoy. Un significado más real. Que no implique más hostias, ni más errores, ni más arrepentimientos. Un significado que de verdad me haga crecer, por que la verdad es que hasta hoy he ido más en retroceso que otra cosa. 
A partir de ya tendré que quitarme de encima cargas innecesarias, por que una de ellas en especial es lo suficientemente pesada como para no dejarme avanzar, y no es eso lo que quiero, ni tampoco algo que necesite.
También tendré que empezar a mirar por los demás tanto como por mí, por que en esta vida no se va a ninguna parte siendo egoístas. 
Sé que uno de mis lemas es que primero vamos mi felicidad y yo, pero ahora creo que no está mal un poco de equilibrio. 


Por último, permitir que me regodee un poco en la sensación de haber tomado una decisión correcta, no es algo que haya hecho muy a menudo en los últimos tiempos. 
Hay que tener siempre presente que nunca es demasiado tarde para cambiar.



martes, 6 de marzo de 2012

I'll keep on wastin' all my time.

"¿No puedes aliviar una mente enferma, arrancar de la memoria una pena arraigada, borrar las angustias escritas en el cerebro, y con algún dulce antídoto que provoque el olvido limpiar el repleto seno de ese peligroso material que es una carga para el corazón?"
                                                                                                 -William Shakespeare.


Dos horas. Dos horas que estuvo tirada en la cama, pensando, con la misma canción puesta una y otra vez. 
All my life, de Foo Fighters. 
La misma canción que estuvo casi meses sin escuchar. Tal vez no sea una canción muy indicada para ponerse a pensar, de hecho, ella en esos casos suele poner algo más suave. 
Pero hoy sus pensamientos no eran nada suaves, de hecho, miles de voces gritaban en su cabeza. Llamándola imprudente, impulsiva, mentirosa. Por que no hace otra cosa que mentirse, sobre todo a sí misma. 
Cuando tomó la decisión de olvidar, sabía que no sería fácil, pero creyó que podría. Qué ingenua. Ahora se encuentra en el mismo punto de partida. Lágrimas por algo que sabe que nunca conseguirá. 
Y no es que él sea completamente inalcanzable. Objetivamente, no tiene nada que le haga un ser especial. Qué cojones, tiene más defectos que virtudes. Ella lo sabe bien, pero no le importa. Tiene razón ese refrán que dice que el amor es ciego. 


Llegó el momento de las decisiones, de las de verdad, porque sabe que, en el fondo, lo que venía diciendo desde hace tiempo no eran más que mentiras que se decía así misma para sentirse más realizada. Decía que le había olvidado, que ya no le quería, que no pensaba en él. Pura palabrería, aunque había momentos en los que hasta ella se creía sus propios embustes al respecto. Esos momentos le venían hasta bien, un alivio en medio de todo el dolor. 
Pero ahora sabe que no puede seguir así mucho más tiempo. 
Lo ha llevado con ella algo más de dos años, y supone que ha llegado el momento de borrarlo, de dejarlo por el camino, o, por el contrario, forzar los límites de lo que le queda de dignidad y arriesgarse. Sabe bien que no pierde nada, y la recompensa puede ser de las mejores cosas que le han pasado en su vida. 
Por que si hay algo que tiene muy claro en medio del mar de dudas que es su cabeza, es que le quiere a él. Y ella suele luchar por lo que quiere. 

lunes, 5 de marzo de 2012

A page is turning...

"I've always got the memories while I'm finding out who I'm gonna be" 


Cuatro de la tarde. Está sola en casa, para variar. Ha encontrado una tarjeta de memoria en el fondo del cajón. Puede que sea del móvil antiguo, que cambió en noviembre, aunque pensaba que estaba guardada con las demás. Prueba. Pues no, no es del móvil viejo. Es de uno que tuvo en... 1º de la ESO, a juzgar por las fechas. Está lleno de música que ahora no escucha ni por asomo. El Canto del Loco, Beyoncé, Britney Spears. Se libran dos carpetas tituladas "Guns N' Roses" y "My Chemical Romance". Lo demás es pura mierda, piensa mientras sube el volumen de la música que escucha en el momento. Closer de Kings of Leon. Nada que ver.
En la tarjeta de memoria también hay fotos. A riesgo de arrepentirse, la abre. Genial, se lamenta de su decisión de la primera foto.
Qué rara está. El pelo, que en aquellos instantes luce algo largo y ondulado, al natural, en la foto sale por los hombros, capeado y liso como una tabla. Recuerda las peleas por las mañanas para alisar las ondas. Qué horror. La ropa que lleva en la foto no le gusta. Un polo rosa, unos vaqueros pitillo y unas Victoria azul marino con lazos rosas en lugar de cordones. Sabrá Dios qué cojones se la pasó por la cabeza para vestirse así. En su armario ahora no hay ningún polo, no le gustan ya. Tampoco las Victoria, las cambió hace tiempo por las Vans y algún que otro tacón.
El rostro de la fotografía también es diferente. Las mejillas son algo más regordetas que las actuales. La sonrisa, con el aparato, mejor no se menciona. Los ojos castaños, que nunca le gustaron, tal vez por la cantidad de gente que los tenía de ese color, tienen más brillo, parecen burlones y tienen un aire infantil. Se mira en el espejo y se fija en que los actuales reflejan más serenidad y madurez, aunque conservan ese aire burlón de los de la foto.
Sigue pasando fotos mientras se toquetea en piercing de la oreja. En 1º no se le habría ocurrido ponérselo, y ahora tiene seis pendientes y un tatuaje. Y los que vendrán. Suspira.
Se da cuenta de que la compañía en las fotos es bien diferente a la que frecuenta ahora. Y la verdad es que ahora se siente bastante más cómoda que en aquellos tiempos. Cuestión de aspectos en común, supone, aunque no del todo segura.
Otra foto. Sale cantando junto al piano. Recuerda las clases de música, los compañeros y los profesores. Lo dejó justo ese año, en 1º, porque apenas tenía tiempo. La verdad es que se le daba bien, aunque le atraían mas la guitarra, el bajo o la batería. Tiene otros gustos. La voz también le ha cambiado. Ya no suena tan infantil. Ahora, aparte de cantar, no toca nada, aunque se ha prometido a sí misma que en cuanto encuentre tiempo se pondrá con la guitarra. Autodidáctica, by te way. No volvería a la escuela ni loca. Otro rasgo que ha cambiado de su carácter es que le gusta hacer las cosas por su cuenta, sentir que no necesita ayuda de nadie, aunque a veces eso no sea del todo cierto.
Se da cuenta de lo mucho que ha cambiado en casi cuatro años. Desde la forma de actuar hasta la de vestir.  Siente que hay cosas que han cambiado a peor, otras a mejor. Las cosas antes eran más simples. De antes era all about her. Ahora resulta que también hay que mirar por los demás. Por no hacerles daño, aunque a veces haya sido inevitable.
Ahora hay que asumir responsabilidades, consecuencias, porque algo que nunca ha cambiado en ella es esa impulsividad que controla casi todos sus actos.
Ha habido malos momentos, pero también buenos. Recuerda lo que un amigo le dijo esta misma mañana: Ya te llegará la mala racha. 
Ella le contestó un irónico "gracias" aunque en el fondo sabía que la mala racha ya estaba ahí. En todos los aspectos de su vida. Sin embargo, el tiempo le ha cambiado tanto que ya sabe cómo afrontarlo. Ha perdido algo de miedo y ha ganado en coraje.
Empieza a sonar Blue Orchid, de The White Stripes. El suelo vibra a cada golpe de la batería. Sonríe. Sí, ya sabe cómo afrontarlo.

martes, 28 de febrero de 2012

If today was your last day...

"Each day is a gift, not a given right..."


Todos conocemos alguna canción que nos hace reflexionar. En mi caso, que no me despego de la música ni de dormida, son muchas las que tienen ese efecto. Pero hoy, me ha dado por escuchar If today was your last day (de Nickelback, para los que se hallan perdidos musicalmente).
Muchas veces he sacado frases de algunas canciones, y las he copiado en diversos sitios, porque me parecen significativas. Pero creo que de esta sacaría todas y cada una de las frases.
Escucharla más de mil veces me ha hecho plantearme la cuestión del estribillo:
"If today was your last day, and tomorrow was too late... ¿could you say goodbye to yesterday?"
Supongo que muchos lo verán como la típica pregunta de: ¿qué te gustaría hacer antes de morir?, para luego soltar patochadas como: "hacer paracaidismo" , "conocer a Brad Pitt" o "bañarme con tiburones en el Caribe"
No digo que esas cosas no sean estupendas (menos los tiburones, odio los tiburones), pero yo hablo de algo más profundo. 
Es decir, la pregunta que me planteo al oír la canción es: ¿qué estoy haciendo con mi vida?
Supongo que visto así, es decir, si me preguntan eso, podría sacar una reflexión de ochocientas páginas mínimo. Pero no me apetece escribir tanto, así que, para ayudarme, echaré mano de las frases de la canción. Let's start. 
"...leave your fears behind" Mmm... Una frase difícil. Más aún para mi, que soy una de las personas más miedosas sobre la faz de la Tierra. Y no estoy hablando mi trauma con los payasos o del miedo que me dieron las películas de REC (que también), si no de aquellas cosas que de verdad asustan, por ejemplo, el miedo a quedarse solo. Esa "fobia" está presente en todos y cada uno de nosotros, aunque no nos demos cuenta o simplemente, no queramos aceptarlo. Lo peor que puede pasar en la vida es no tener a nadie en quien apoyarse, alguien que se preocupe y te quiera. De todas las cosas que me inspiran temor, creo que esta es la peor de todas. Tampoco es que haya encontrado una forma de superarlo, pero sí de vivir con ello. Todos tenemos momentos de soledad extrema, y, aunque no lo haya experimentado, llegado el momento sabré como manejarlo. 
Otro de mis grandes miedos es la muerte. Bueno, no la muerte en sí, es decir, a mi eso de dejarlo todo lo tengo más que asumido, pero hay veces en las que pienso que, llegado el momento de "dejarlo todo", me dará miedo mirar hacia atrás y sentir que no he hecho nada que realmente valga la pena en la vida. Es decir, que haya perdido completamente mi tiempo. 
Esto puede ir ligado a otra frase de la canción, ahora que lo pienso. 
"Every second counts 'cause there's no second try, so live it like you're never live it twice"
Y, efectivamente, en la vida no se puede volver sobre los pasos que hemos dado. Se va hacia delante, siempre igual. Y, respecto a este punto, he oído varias teoría sobre cómo comportarse. 
Por ejemplo, mi abuela siempre me decía que pensara muy bien cuando hago ciertas cosas, y si son importantes más, ya que tengo el defecto de actuar por impulsos desde que tengo uso de razón. 
Pero, por otro lado, mi padrino, que por cierto es una de las personas más sabias del planeta (y atreveos a discutirmelo), siempre me ha alentado en mi defecto. Vamos, que dice que no es malo hacer las cosas dejándote llevar por lo que sientes en el momento, aunque te salgan mal, porque ya habrá tiempo de arrepentirse, aprender y no volver a cometer el mismo error. Aunque no sé muy bien cual de las dos opciones es la correcta, me parece que seguiré actuando como siempre. Es decir, como me sale de las narices. Y lo que tenga que venir, vendrá, y ya tendré tiempo de plantarle cara.  



domingo, 26 de febrero de 2012

...

"You know where you are? You're in the jungle baby, you're gonna yall..."

...
Pues... ejem... Una entrada más... No, esperad... Veamos, una noche más que... Nah, eso tampoco... Ah, esto es un asco. 
No sabéis lo tremendamente difícil que es tener una idea para una entrada, y empezar a escribir. En serio, a mi lo que más me cuesta es poner el título y las primeras líneas. 
Bueno, he dicho una idea, pero la verdad es que tengo miles. Pero hoy expondré la última, que me ha venido a la cabeza después de leer el blog de mi amigo Pablo, el cual, por cierto, dice que me impaciento por leerlo sólo por quedar bien. Nada más lejos de la realidad, pero bueno, estos hombres, a su ritmo. 
En fin, el caso es que su última entrada me ha recordado al Carnaval del fin de semana pasado. Sí, ese en el que me debió de dar un aire extraño, porque mi disfraz de marinera era la cosa más corta, escotada y ajustada que me había puesto nunca. Nada que ver con los vaqueros, camiseta de Guns N' Roses talla XL y botas moteras que llevé el año pasado. 
Os juro que veo las fotos y me da hasta vergüencita. (Del disfraz de marinera, el de Axl Rose del año pasado era genialísimo)
Tampoco sé muy bien qué narices os da a los chicos cuando veis un escote o una falda corta. Es decir, sé que sois unos animales que os dejáis llevar por vuestras hormonas revolucionadas, pero digo yo que podrías disimularlo un poco, ¿no creéis? 
Porque, veamos, sales un sábado, el sábado de Carnaval mismo, y ves a chavales que siguen a alguna chica con la cabeza como girasoles buscando la luz del sol. 
Algunas se sentirán halagadas, supongo que con razón, pero hay chicas que tienen la cabeza más o menos sobre los hombros (pongo más o menos porque me quiero incluir en ese grupo, y si pongo "tienen la cabeza completamente sobre los hombros", pues como que no cuela), a las que no les hace mucha gracia que las miren como si fueran el último juego de la Play Station en un escaparate. 
Y, ya que estamos, hablemos del espinoso tema de entrarle a alguna chica. Porque sé que entre vosotros intercambiáis diferentes tácticas sobre cómo empezar a ligar con alguna de nosotras. Y, por lo que mi experiencia me permite observar, la gran mayoría son erróneas. 
Y es que, vamos a ver chicos, no podéis acercaros a una chica y soltarle un: "Hola guapa, ¿te invito a algo?" o "Qué guapa eres, ¿te apetece bailar?"  Tampoco sirve la dichosa frasecita de Cómo conocí a vuestra madre, esa de: Hola guapa, ¿conoces a (insertar nombre del interesado aquí)?
Y si ya decimos alguna obscenidad, en vez de un baile os podéis asegurar una hostia bien dada. 
A vosotros esas frases os sonaran familiares, incluso hasta útiles, claro, porque vais a lo que vais y no queréis comeros la cabeza, pero os diré una cosa: si de verdad queréis que alguna de vosotras caiga en vuestros jueguecitos, aseguraros de hablar con tacto, que las frases que el alcohol se encarga de expulsar por vuestra boca no son lo que queremos oír ni mucho menos. Curráoslo un poco, que tampoco cuesta tanto.
Que, a lo mejor, si os coméis un poco más la cabecita (que tampoco mucho, nosotras sabemos que vuestro cerebro no da mucho de sí en este tipo de situaciones), y nos decís algo medianamente dulce, lo mismo picamos.
Quién sabe. 

domingo, 19 de febrero de 2012

I always end up hurtin' you...



Adoro la capacidad que tiene mi madre para dar consejos. En serio. Siempre sabe decir lo correcto en el momento adecuado. Esta vez, lo ha hecho de forma especial. Me ha contado una fábula. Sí, ya sé que no suena bastante halagüeño, pero creo que se puede sacar algo de ella...


"Un día, un padre le dijo a su hijo que tenían que ir a la cuidad, a hacer negocios. El camino era largo, y la carga pesada, por ello llevarían con ellos un burro. Se pusieron en camino, los dos caminando al lado del animal. 
Para llegar a la cuidad, tenían que pasar primero por varios pueblos, y, al llegar al primero, el padre y el hijo oyeron a la gente que cuchicheaba:
-Mirad a esos dos, vaya torpes, teniendo un burro, van a su lado, caminando, sin subirse a él y así no cansarse. 
Al salir del pueblo, el padre pensó que era buena idea, y subió a su hijo a lomos del burro.
Pero, al llegar a otro pueblo, la gente que los veía murmuraba a su paso:
-¿Habéis visto que niño tan desconsiderado? Va encima del burro y su padre, que es mayor y se cansa con más facilidad, va caminando a su lado. Qué vergüenza. 
Al salir de allí, padre e hijo cambiaron los roles: ahora iría el padre subido en el animal. 
Al siguiente pueblo, la gente seguía cotilleando, esta vez diciendo:
-Dios mío, ¡que irresponsable ese padre, qué tirano! El va encima del burro y el pobre chaval, andando a su lado... 
Al final, acabaron los dos subido en el burro. Y en el siguiente pueblo...
-¿Habéis visto a esos dos? ¡Subidos en el pobre animalito, que tiene que soportarles a ellos y a la mercancía! Que crueldad..."


A simple vista no parece más que un texto cualquiera sacado de algún ejercicio de un libro de Lengua. Aún así, mi madre me hizo ver que la enseñanza de esta fábula es que no se puede tener contento a todo el mundo, que hagamos lo que hagamos siempre va a haber alguien que esté en desacuerdo.
Personalmente, llevo toda mi vida intentando hacer lo mejor para todos, aunque eso significara que hubiera momentos en los que me tenía que aguantar ciertas cosas, momentos en los que no pudiera hacer lo que yo quisiera, momentos en los que tenía que sacrificarme, todo porque los que me rodean no lo pasaran mal, o simplemente no me juzgaran. 
Llegué a un punto en el que tenía que fingir todos los días una sonrisa, todo para que las personas que se preocupan por mi y que me quieren no tuvieran que molestarse.
Pero hoy me doy cuenta de que todo aquello no ha servido para nada. 
Sí, les he ahorrado disgustos y preocupaciones a algunas personas, pero se los he dado a otras. 
Ahora comprendo que el estado de felicidad no existe, que todos tenemos problemas, que todos nos equivocamos y que tenemos que lidiar con ello, y que cada vez que superamos algo, es una experiencia que nos hace aprender. 
Ha llegado el momento en el que tengo que mirar por mí, por estar bien conmigo, y, aunque eso no signifique que lo que piensen y sientan los demás me dé lo mismo, tengo la sensación de que puedo preocuparme por ello, pero poniendo a mi persona en lo alto de mi lista de cosas a tener en cuenta. 
Por que errores he cometido, sí, y bastantes, pero, si después de una disculpa y arrepentimiento sincero, siguen sin tener solución, ¿qué más puedo hacer?
Creo que, si cada uno sentimos que nos arrepentimos sinceramente por cada error en nuestro interior, es suficiente para limpiar nuestra conciencia y seguir adelante. 
Espero no equivocarme. 



jueves, 16 de febrero de 2012

Dicen que cuando las cosas van mal, cuando tocas fondo, cuando ya no alcanzas a ver la luz, el único camino que hay es hacia arriba. 
Como la canción de James Morrison. 
Desgraciadamente, hay veces en las que estás en lo más profundo, intentando subir, y no encuentras una manera. Alzando la vista hacia lo que antes era un cielo azul, no se puede ver ahora nada. Entrecierras los ojos, intentas saltar, gritas desesperadamente por si alguien te oye... pero desistes al oír el eco de tu propia voz. 
Te sientas en un rincón, sientes el frío y cierras los ojos. Y así todo el rato, porque te da miedo abrirlos y ver que a tu alrededor no hay nada. 
Pero, cuando decides abrirlos hacia lo que antes era completa negrura, y descubrir que lo que yace en el fondo, contigo, son todos tus miedos, errores, malos recuerdos, fantasmas de personas a las que heriste, o que te hirieron, sentimiento que en su tiempo fueron preciosos aunque con el tiempo ya han muerto, y sentimientos actuales que se alejan bastante de lo que nosotros entendemos por "precioso", te das cuenta de que lo mejor es volver a cerrar los ojos.
Aunque, incluso así, con los ojos cerrados, todo lo que hay en el pozo acecha, incombatible. Pruebas a volver a gritar, pero, una vez más, no encuentras respuesta, 
Es entonces cuando te das cuenta de que sólo hay una salida. 
Hacia arriba.
Ya has hecho todo lo que podía acabar contigo, por ello estás en esa oscuridad. Y, si ya has pasado por ello... el camino hacia la salida no será tan desagradable como la caída. 




miércoles, 15 de febrero de 2012

...what if?

"It's a beautiful lie to believe in, but I've got to remember this is just a game"


El otro día, bueno, más bien ayer por la tarde, mientras hojeaba una revista, me encontré con un test que, presumiblemente, aseguraba que podría averiguar por qué una persona no tiene pareja. Y a mi, en mi infinito aburrimiento, no se me ocurrió otra cosa que completarlo. 
El resultado fue tan sumamente patético como certero. Según él, el motivo de que esté soltera se debe a mi miedo a las relaciones. A que me hagan daño, vaya. 
En aquella solución del dichoso test, también añadía que, para superar ese miedo mío tan irracional, debería dejar de cerrarme, confiar más en las personas, que el amor es bonito, maravilloso y demás chorradas románticas que parecían sacadas de la saga "Crepúsculo".
JAJAJAJA
En fin. Muy a mi pesar, debo admitir que tiene parte de razón. Muy a mi pesar, que odio reconocer este tipo de cosas.
Y aquí me encuentro, escuchando "The reason" de Hoobastank, pensando si debería hacer caso a la supuesta psicóloga que ideó aquel test. 
Por una parte, no tengo ningún inconveniente en llegar a "conocer" a alguien, pero, en el fondo, sé que siempre tengo el pensamiento permanente en la cabeza que dice que me va a hacer daño. Supongo que una mala experiencia tuvo mucho que ver en ese sentido, aunque ahora aquellos sentimientos estén bien guardados en el cajón de mierda. 
Últimamente he llegado a oír la típica frase de "quien no arriesga no gana" más de cien veces. 
Y, por mucha razón que tengan, resulta que ya hubo una vez en la que arriesgué, bastante, y el resultado fue desastroso. Y han sido muchas las veces en las que intenté desterrar pensamientos negativos, pero ¿de cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de él que continúe latiendo? 
En fin. Supongo que no es bueno seguir con este estúpido miedo a llegar a querer a alguien, pero en estos momentos no tengo la más mínima intención de volver a meterme en otro lío. Tal vez me arrepienta en un futuro, tal vez no. Pero esta vez no voy a ser yo quien apueste. 
He llegado a la conclusión de que el amor promete ser más difícil de comprender que la física cuántica. Y yo soy de letras. 

lunes, 13 de febrero de 2012

"Sé que nunca seré feliz... Pero puedo llegar a ser muy alegre"
                                                                                                -Marilyn Monroe. 


Todos tenemos algún motivo por el que sentirnos mal. 
Tal vez un examen que nos ha salido mal, una pelea en casa por una gilipollez, una persona que nos gusta y que no nos hace caso, una cosa que queremos y que sabemos que nunca podremos conseguir.
Hay veces en las que nos paramos a quejarnos, a decir que nuestra vida es un asco, que más nos valdría no haber nacido y que puede llegar el doce de diciembre para irnos todos a la mierda. Supongo que es una especie de excusa para no enfrentarnos a aquello que nos aflige, para sentarnos culpando al mundo de nuestra mala estrella, sin ser capaces de aceptar que no es que nos hayamos atragantado con las uvas de Año Nuevo y por eso no tengamos suerte, si no que somos nosotros, que vemos las cosas hundirse poco a poco, y, en vez de intentar salvarlas, nos hundimos con ellas. 
Supongo también que hay momentos en los que las cosas que se hunden son demasiadas, y que a veces no tenemos la fuerza suficiente para sacarlas a la superficie. Pero en esos momentos siempre hay alguien capaz de ayudarnos, familiar o amigo, alguien que te comprenda, que no te juzgue, que, incluso aunque también tenga sus problemas, sea capaz de decirte:
"Siempre hay motivos para sonreír"
Y, siguiendo con mis suposiciones, nunca esta de más agradecérselo, ¿verdad?





Entre tú y yo, la realidad...

"Se me acaba la noche, la salud y el dinero. No te pierdo de vista y ya te echo de menos. No quiero ningún gramo que no sea de tu cuerpo"


Qué curioso. Después de torturarme por una persona durante tanto tiempo, resulta que aparece otra con la que llenar mi cabeza cuando tengo otras cosas en las que pensar. 
No creo que sea la típica persona que se "enamora" del primero que pasa. Aunque a veces lo parezca. En realidad, si miro en mi historial, sólo habrá una persona que, si lo supiera, podría alardear de haber conseguido lo que yo creía imposible. Que me gustara de verdad. 
Recuerdo bien como empezó, los nervios al verle, buscar su nombre en la lista de personas conectadas al chat, mirar a todas partes en un sitio en el que sé que va a estar, con la esperanza de que aparezca de una vez, hablar de ello con amigos...
Ahora, por mucho que me fastidie, se repite la historia. Aunque seguramente sea para acabar como la anterior. 
Tal vez tenga alguna posibilidad. Pienso en ello las veces que hablamos, las veces que me hace reír, las que me hace enfadar. Aunque tal vez sean sólo gilipolleces mías, cuentos que me monto en la cabeza. No lo sé. 
Lo que de momento sí que sé, es que no tengo la menor intención de arriesgarme a hacerme daño de nuevo, no quiero volver a pasarlo mal por nadie más. 
Dicen que el que no arriesga no gana, pero no he salido de un remolino para meterme en otro. 
Supongo que a veces en la vida hay que resignarse. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Promise me

"Promise me to look back at us, as a time in your life you enjoyed"

Todos cometemos errores. Algunos son graves, otros no tienen casi importancia; unos son simples de solucionar, otros más bien no tienen arreglo. 
Son muchos los errores que he cometido. A veces, he conseguido enmendarlos. A veces.
Otras, los he guardado en un cajón, a la espera de tener valor algún día para sacarlos y arreglarlos.
Varias veces me han dicho que la última decisión que he tomado, que fue decirle que sí, era un error. No quise creerles, tampoco pensé mucho en ello. Simplemente creí que, si de verdad era un error, ya tendría tiempo para arrepentirme de ello. 
Ahora, miro atrás y veo que no, que no ha sido un error. Aun así, en cierto modo me arrepiento.
Me arrepiento de no haber pensado algo más, porque con todo esto lo único que he conseguido es hacer daño a una persona que no se lo merecía. 
Me gustaría volver atrás y haber cambiado ese sí por un no, pero eso significaría también cambiar mis sentimientos. Aunque ahora mismo no sean los que eran. Así que supongo que lo único que puedo hacer ahora es decir lo siento. 
Lo siento por haberte hecho creer que lo que yo sentía era igual de fuerte que lo que sentías tú, siento haber tomado decisiones sin pensar, sin mirar bien qué era lo que yo quería, siento haberte decepcionado, y, ahora, siento no poder darte la respuesta que tu quieres oír. 


Bueno, dije que lo único que podría hacer era pedir disculpas, pero también puedo asegurarte de que no me arrepiento. Sigo pensando que no fue un error. 
Pero prométeme que, cuando mires atrás, tú tampoco lo verás como tal. 





miércoles, 8 de febrero de 2012

Wake up.

"El sueño es el cumplimiento (disfrazado) de un deseo (reprimido, apartado)" 
                                                                                                                                Sigmun Freud. 


Es impresionante la forma en la que los sueños que tienen te hacen plantearte qué estás haciendo con tu vida. 
Anoche tuve un sueño. Soñé que estaba en un autobús, de camino a casa de mi madre. Estaba sentada al final del todo, apoyada en la ventana, escuchando música. 
Sin embargo, aparte del mío, el resto de los asientos estaban vacíos.
El viaje, como todos los viajes en los sueños, acabó en segundos. Cuando pisé la estación, estaba igual, o más desierta aún que el autobús que me llevó hasta allí. Ni pasajeros, ni conductores, ni empleadas en la taquilla. En la cafetería en la que me suelo tomar un café con mi madre cada vez que tengo que volver a casa, tampoco había nadie. Ni siquiera se oían ruidos, lo que convertía aquella estación fantasma en un lugar aterrador.
Me encontraba inquieta, sí, pero no dejaba de ser un sueño. Sin mirar a mi alrededor, donde seguía sin aparecer ni un triste perro, salí de allí.
Mi impresión inicial de la llegada no se suavizó al ver que la ciudad estaba también deshabitada. Una réplica perfecta de Oviedo, pero sin un alma, se extendía ante mis ojos. Cada vez más angustiada, pero sin poder despertarme, corrí por las calles, hacia la casa de mi hermana. Pero, al llegar a la cuesta que hay que subir antes de llegar a ella, vi que arriba del todo estaba mi madre. 
Aliviada, y al borde del llanto, comencé a subir. Pero la cuesta se hacía más y más empinada, y, como siempre intentaba subir lo más rápido posible, corriendo, me caí varias veces, para descubrir que, al levantarme, volvía al punto de partida. 
Y mi madre seguía de pie, al final, imperturbable. No estoy muy segura de si se dio cuenta de que estaba intentando alcanzarla. 
Al final desperté, con la sensación de dolor por todo el cuerpo que había tenido en el sueño, a causa de las caídas. 

Supongo que no puedo dar a este sueño una perspectiva profesional que le daría un psicólogo. Pero puedo darle mi propia interpretación. 
Toda mi vida he tenido miedo a la soledad. Odio sentir que no tengo nadie a mi lado, alguien a quien poder contarle mis temores, mis secretos, alguien que conozca mis manías, que me aguante y que me ayude a levantarme cuando me caigo. Es difícil encontrar alguien así, y dicen que cuando lo tienes es una de las mejores sensaciones del mundo. 
 Espero que el día que lo encuentre sepa valorarlo. 
Otro aspecto relacionado con mi vida, es que, en mi infinita paciencia (apréciese la ironía en cada palabra), nunca sé hacer las cosas despacio. Siempre quiero llegar antes, o acabar algo deprisa, aunque sea haciéndolo mal, aunque me caiga mil veces. Y no suelo rectificar ese fallo. 
Tal vez haya llegado el momento de tomarse las cosas con calma, de planear el siguiente paso a dar, o acabaré cayéndome de nuevo, sin nadie que me ayude a levantarme y en el principio del camino. 
Supongo que debería empezar a cambiar este punto, antes de que sea demasiado tarde y el sueño se acabe. Porque, cuando eso ocurra, no será precisamente para despertar en mi cama.