lunes, 13 de febrero de 2012

"Sé que nunca seré feliz... Pero puedo llegar a ser muy alegre"
                                                                                                -Marilyn Monroe. 


Todos tenemos algún motivo por el que sentirnos mal. 
Tal vez un examen que nos ha salido mal, una pelea en casa por una gilipollez, una persona que nos gusta y que no nos hace caso, una cosa que queremos y que sabemos que nunca podremos conseguir.
Hay veces en las que nos paramos a quejarnos, a decir que nuestra vida es un asco, que más nos valdría no haber nacido y que puede llegar el doce de diciembre para irnos todos a la mierda. Supongo que es una especie de excusa para no enfrentarnos a aquello que nos aflige, para sentarnos culpando al mundo de nuestra mala estrella, sin ser capaces de aceptar que no es que nos hayamos atragantado con las uvas de Año Nuevo y por eso no tengamos suerte, si no que somos nosotros, que vemos las cosas hundirse poco a poco, y, en vez de intentar salvarlas, nos hundimos con ellas. 
Supongo también que hay momentos en los que las cosas que se hunden son demasiadas, y que a veces no tenemos la fuerza suficiente para sacarlas a la superficie. Pero en esos momentos siempre hay alguien capaz de ayudarnos, familiar o amigo, alguien que te comprenda, que no te juzgue, que, incluso aunque también tenga sus problemas, sea capaz de decirte:
"Siempre hay motivos para sonreír"
Y, siguiendo con mis suposiciones, nunca esta de más agradecérselo, ¿verdad?





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