jueves, 16 de agosto de 2012

So much more to say, so much to be done...

"A thousand times I've seen you standing, gravity like lunar landing, you make me want to run 'till I find you" 

Tenía razón al pensar que la toma de decisiones importantes acabaría con una persona afectada. Conmigo, claro. La verdad es que sabía perfectamente a qué me exponía al acercarme a ti. Pero estar contigo me hacía sentir tan bien que simplemente cerré los ojos a la posibilidad de que tú no sintieras lo mismo, a que el destino, ese ente caprichoso en el que tanto confías, no nos pusiera en el mismo camino una vez más, o a que simplemente salieras de mi vida, justo como acabo de hacer yo de la tuya. Y sin poder despedirme siquiera. 
Es curioso cómo apareciste sin más, cuando me había prometido que el cambio de ciudad implicaría un cambio sentimental, ya me había desecho de un lastre y no tenía la más mínima intención de cargar con otro, pero claro, apareció tu puñetera sonrisa perfecta en aquel tren y no hizo falta mucho más. Recuerdo cada detalle de aquella media hora, en la que te pasaste lanzando miradas y sonrisas. Solo necesitaste eso, media hora. Treinta estúpidos minutos y ya te pertenecía por completo. Qué débil por mi parte. 
Creo que no fuiste completamente consciente de lo mucho que deseaba verte, tanto que me pasaba los fines de semana rezando para que fuera lunes. Y cuando aparecías con tu carita de niño y tus confusas preguntas sólo me quedaba luchar contra el segundero del reloj y volver a rezar para que al día siguiente pudiera seguir respondiendo con tartamudeos a tus cuestiones sobre cualquier tontería. Me sorprendió bastante la de veces que me quedaba pensativa por esas mismas cuestiones. Me hiciste plantearme un montón de cosas que antes no había ni pensado. Planteamientos que siempre me interrumpías con un: "¿En qué piensas?" y te frustrabas cada vez que te contestaba que en mis cosas. Intentaste entrar en un ser impenetrable. 
Y ahora sé que lo conseguiste. Lo sé porque cada vez que me como una gominola me acuerdo de tu pasión por los dulces, y lo frenético que te ponías cuando tomabas demasiados. Lo sé porque cada vez que alguien me pide uno de mis chupa-chups de Coca-Cola me acuerdo de las veces que me los quitabas. Lo sé porque cada vez que oigo un skate, me vuelvo a mirar, aunque sé que en esta ciudad no puedes ser tú. Lo sé porque cada vez que conozco a un chico nuevo me doy cuenta de que ninguno tiene tu sonrisa, ni tus ojos, ni tu pelo, ni tu forma de expresarte, ni tu manera de ver el mundo. Lo sé porque ninguno de ellos conseguirá quitarme la respiración como tu hiciste aquella vez que me acariciaste la mejilla y me miraste casi sin pestañear durante varios minutos...
También sé que no vas a leer esto jamás, que me he ido y que lo más probable es que no vuelva a verte, que me arrepentiré toda mi vida de no haberte dicho todo lo que sentía hace tiempo. Pero si lo escribo es porque tengo la esperanza de que, tal vez eso que me dijiste: "Estoy seguro de que volveremos a vernos, te lo prometo" se cumpla. 
A ver si es verdad que se puede uno fiar de ese destino en el que tu tanto confías. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario