jueves, 25 de octubre de 2012

Dark Paradise

"No one compares to you, but there's no you except in my dreams tonight..."


Hoy he vuelto a tener uno de esos días en los que todo me recuerda a él. No puedo creer que siga con esa historia que prometí enterrar en cuando me mudara de ciudad otra vez. Es jodidamente patético, pero supongo que también inevitable. Yo sabía perfectamente a lo que me exponía. Lo supe desde el primer día que le vi. El hecho de que le sirviera media hora para atraparme por completo no hace más que intensificar la sensación de debilidad que ahora parece ser mi nueva mejor amiga. Qué triste es mi vida. 
Dije que hoy todo me ha recordado a él. Empezando por un personaje de un libro, siguiendo por una canción nueva, continuando con un Chupa-Chups de Coca-Cola, y terminando por un billete de tren con una anotación que encontré en un bolsillo. Al parecer, el destino, ese en el que él confiaba tanto, se ríe de mí en alguna parte. Y yo que había empezado a creer en el caprichoso sino también, ya que era él que me guiaba casi todos los días hacia donde se encontraba una de mis mayores razones para levantarme por las mañanas. Un motivo de felicidad personificado, con el pelo alborotado y una sonrisa capaz de hacerme reír incluso aunque se hubiera acabado el mundo. Incluso ahora que hace meses que no tengo su cara de suficiencia haciendo miles de preguntas como solía hacer, recuerdo esa sonrisa como si acabara de despedirme de ella. Y no, no me parece que sea sano. 
En realidad pensé que me olvidaría fácilmente, estando tan dotada como estoy para distraerme con cualquier cosa. Ni siquiera se me ocurrió que ya había pensado eso en otra ocasión, y que aprendí que olvidar no es tan sencillo como lo pintan las películas de Hollywood.  
Que no puedo abrir una ventana y esperar a que el viento se lleve los recuerdos que no quiero mantener más en mi memoria. Supongo que me toca vivir con ello. 
A veces pienso en lo cómodo y fluido que sería todo con la ausencia de sensaciones. Sobre todo de la más destructiva de todas. Pero sólo se me pasa por la cabeza en momentos desesperados, porque sé de sobra que yo sería incapaz de vivir sin amor. Es parte de todos nosotros, como el odio, la alegría o la tristeza. 
A pesar de que sería maravilloso no tener que sufrir, prefiero mil veces eso a renunciar a los sentimientos que provoca que la persona indicada te acaricie, te sonría o simplemente camine a tu lado sin decir nada. 
El amor parece tener dos caras. La dorada, ésa en la que todo es perfecto, en la que parece que el dolor que pueda causar un simple golpe se mitigue, en la que las horas parecen pasar más lentas antes de encontrarte con esa persona, y que pasen volando cuando estás con él; y la negra, la que te hace desear correr hacia donde no te oiga nadie para poder llorar y gritar que echas de menos al que solía ser tu razón para ser feliz, la que hace que tus días pasen dolorosamente lentos, la que te pone un montón de recordatorios en tu camino para recordarte que eres estúpida por atreverte a querer. 
De ambas caras yo me quedo con las dos.