martes, 3 de diciembre de 2013

.

Terraza, cigarro, siete de la mañana. Medio año después vuelvo al mismo punto donde empecé. Es todo tan distinto, que el poder del tiempo empieza a darme miedo. Todo cambia demasiado deprisa. Y ni siquiera cambia a mejor. Mala suerte, supongo.
Antes de que él salga de casa y se siente a mi lado, ya noto que sabe que estoy aquí fuera y que necesito sus consejos. Efectivamente, antes de encender el siguiente cigarro ya le veo salir y sentarse.
-Ya no estamos en primavera, eh.
-Si tienes frío, entra.
-Chaqueta. (Me la pone por encima de los hombros). Esta vez no pienso preguntar. Empieza tú.
-No sé qué quieres que te cuente que no sepas ya.
-Las cosas no salieron como esperabas, ¿eh? No te sorprendas tampoco, porque es normal. Siempre has tenido muchos pájaros en la cabeza.
-¿Crées que hice mal? ¿Que me arriesgué para nada? ¿Ya sabías que me iba a pegar la hostia, o qué?
-No, no sabía lo que iba a pasar. Igual que tú. Nadie lo sabe. No sabemos nada.
-Efectivamente.
-Al menos, algo habrás sacado de todo esto.
-Sí, a no confiar en nadie.
-¿Sólo? Me decepcionas...
-Sí, parece poco para todo lo que ha sido.
-Melodrámatica.
-Creía que ya sabías lo que era.
-Y lo sé. Por eso lo digo.
-¿Y ahora qué?
-¿Ahora? Pues adelante, ¿qué vas a hacer sino?
-Pues ahora me decepcionas tú. Esperaba un consejo más sustancioso.
-¿Qué te digo siempre, hija?
-Que estudie, que no fume, que no beba...
-Eso no. También, pero no.
-Ah. Que no sabemos nada.
-Exacto.
-¿Y todo se reduce a eso, o qué? Yo no sé nada. Tú tampoco. Ni nadie. Se supone que tengo que ir a tientas por la vida esperando... ¿qué? No sé. No me parece muy alentador, la verdad.
-Pues lo es.
-No veo cómo.
-Cuando vas "a tientas" por la vida, como tú dices, al final acabas topándote con algo. No tiene porqué ser bueno, ni tampoco malo. Tú te encontraste con algo malo, pero eso no quiere decir que tengas que quedarte quieta ahora por haberte llevado una decepción. No siempre va a ser así. No tienes de qué tener miedo, al fin y al cabo, ya sabes lo que es estar mal, y yo te veo aquí sentada, como antes. Este tipo de decepciones no acaban con nosotros. Seguimos. Nos volvemos a ilusionar.
-Y después de la ilusión viene otra hostia.
-O no. Que no se te olvide que no sabes nada.
-Pero se intuye.
-Esa intuición tuya no es más que miedo. El miedo a que se repita la historia es lo que hace que estés en alerta constante y levantes el escudo. Pero no dejas que nadie se te acerque, y así, no vas a ser feliz. ¿No recuerdas cómo era todo al principio? Todo te parecía bonito, sonreías y te lo pasabas bien con cualquier cosa, y todo lo malo parecía menos importante. Pues gracias al miedo, te arriesgas a no volver a sentirte así, aunque la ventaja sea que tampoco te volverán a herir. Pero párate y compara. ¿Merece la pena renunciar a la felicidad sólo por estar jodido unos meses? Piénsatelo. Yo voy a entrar, que hace frío. No tardes.
Al final, siempre tiene razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario